Nuestro conocimiento como arquitectos de un espacio nos ha dirigido desde el inicio del mundo, de la historia, y de la mente hacia una realidad temporal depositada en dicho espacio, es decir, al lugar, que es tiempo en espacio. De esta manera, las medidas y distancias del espacio físico se estructuran arquitectónicamente con las medidas y distancias históricas y sociales, y es nuestro espacio tiempo mental el que lo consigue, o al menos, lo intenta. Es un juego entre mente, territorio y sociedad.
Estas distancias, escalas y medidas, que están en la base del conocimiento del arquitecto, equilibran las relaciones de reposo y movimiento, lo visible y lo invisible, lo vacío y lo lleno, de tal manera que la forma – luz material -, la estructura – estructura material -, y el programa entren en comunión. Así, lo más pequeño y lo más grande quedan articulados a través de una red de escalas que dan sentido a las distancias y a la colocación de objetos.
Esta virtualidad arquitectónica no puede nunca eludir la profunda conexión entre virtuosidad y virtualidad, en el triple sentido de sabiduría ética, poética y científica que subyace en el saber hacer arquitectura, a fin de que las medidas y distancias de la arquitectura sean las óptimas para conseguir salud mental y paz social por un lado, y seguridad construida por los edificios y ciudades por otro, de forma simultánea. De este modo, la arquitectura será cuidada y protegida como garantía de paz y de salud.
Solamente conceptos muy complejos como la amistad, la hospitalidad o el destino pueden ayudar al arquitecto a conocer los límites de su conocimiento. Como decía L. B. Alberti, lo más importante al elegir un lugar para vivir son los vecinos. Extraña opinión por parte de un arquitecto, pensaron muchos arquitectos. En la comprensión, profunda y arquitectónicamente insondable de esa opinión subyace el enigma de la memoria en la construcción de la forma que hemos estado buscando. Si los arquitectos no somos capaces de entender que de esta relación social y física depende la medida, la escala y la proporción arquitectónicamente correctas, no podremos tampoco conocer la arquitectura que debemos proyectar.
Como dijo un gran poeta catalán: He mirat aquesta terra… He mirat aquesta terra… y habríamos de responsabilizarnos de lo que hemos visto. Esto sigue siendo cierto en cualquier país del mundo.
Apuntes de conversaciones sobre Enric Miralles
Josep Muntañola Thornberg
lunes, abril 09, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Publicar un comentario